Javier Butler COMUNICAV 38_39 Y CON OJOS SIEMPRE ABIERTOS Y, mientras habla con esa pasión, parece que no hubiera lugar para nada más. Sin embargo, a la vez, repara y comenta lo bonitas que son las botellas de agua del restaurante. Tal vez en esa actitud siempre alerta esté el comienzo de todo. Nos atrevemos a la hipótesis, ya sabemos, siempre hay que buscar un origen y una razón de por qué somos como somos y hacemos lo que hacemos. Desde pequeño, nos cuenta Javier, ha sido muy observador y se cuestiona el comportamiento humano desde el detalle más simple hasta las preguntas más profundas. Entonces, nos da una pequeña muestra de qué se trata no haber elegido una manera de vivir simple y encontrar la belleza en el sube y baja: “Siempre me pregunto cómo me comporto, cómo te comportas tú, cómo se comportan los de la mesa de al lado, cómo hablan, cómo se miran. Y observo a la gente por la calle, cómo caminan, ¿se miran?, ¿se tocan?”. Y, seguramente, como dice él: “Desde pequeño, ser observador, ha sido una herramienta para alumbrar el camino”. DE BUEN ESTUDIANTE A ACTOR Y toca flashback, y de la mesa de este restaurante rebobinamos hasta la imagen en que nos encontramos a un adolescente de 16 años en la Escuela del Actor, cuando el director Alex Montoya lo convoca para un corto, Lucas. Como dijimos antes, otro de los rasgos de Javier es la sinceridad. No tiene pelos en la lengua para decir que tuvo suerte. Suerte porque el personaje del corto se parecía a él y le resultaba muy natural deslizarse a ser Lucas. Esto ayudó mucho porque —aunque nos cuesta creerlo— Javier dice que aún no tenía ninguna técnica o una forma de prepararse para el trabajo. No podemos evitar pensar que el ojo experto de Montoya algo vio. Tenía razón. Y además le transmitió la pasión y el compromiso por este oficio. Y así nos encontramos con un muy buen alumno de la escuela, que ya tenía representante y ya había grabado un corto y una película. ¿Pero qué hace un joven tan buen alumno y con tan buena nota al que le interesa la historia y la filosofía, y le gusta aprender? Claro, a Madrid a estudiar Derecho. Pero tres años sin actuar pasaron factura. El tiempo pasaba y las cosas no mejoraban, actuar parecía ya solo una fantasía lejana. “Desde pequeño, ser observador, ha sido una herramienta para alumbrar el camino”.
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