COMUNICAV 36_37 Por Por Eva Altaver y Daniela Rovatti. Fotos: Agustín Rovatt y CPE – Mikael Helsing.” LA VERDADERA INTEGRACIÓN Para Ricardo Ten, la posibilidad de dedicarse al deporte de manera profesional ha sido un verdadero sueño hecho realidad y, con la espontaneidad que lo caracteriza, así lo dice: “Yo pienso mucho atrás, el poder dedicarte a algo que te apasione, y que encima te lo reconozcan económicamente, es como vivir en un sueño. En el deporte, hemos conseguido cosas que, cuando yo empecé, ni soñaba”. Y el sueño, por suerte, perdura hasta el día de hoy. Gracias a las ayudas y el creciente reconocimiento hacia los deportes minoritarios, ha logrado no solo vivir de aquello que le apasiona, sino también ver cómo el deporte paralímpico avanza en un camino hacia la integración completa. “Ahora más que nunca, el deporte ha evolucionado”, dice Ten, que recuerda, aún casi con incredulidad, que, en sus inicios, jamás habría imaginado que se compararan los premios por medalla olímpica entre atletas olímpicos y paralímpicos o que existieran campeonatos del mundo conjuntos. Hoy en día, esta integración se hace visible en eventos como el “súper mundial” de ciclismo —nos explica— en el que ciclistas con y sin discapacidad compiten en el mismo calendario y espacio, compartiendo horarios y escenarios. No se trata de enfrentarse unos contra otros, sino de convivir en el mismo evento, en la misma pista y casi en el mismo instante. Esta inclusión significa un logro que va mucho más allá del deporte; es un símbolo de reconocimiento y respeto compartido. Y nos quedamos unos instantes pensando profundamente en que, a veces, en el avance de la integración, el verdadero logro va más allá de las medallas. Al compartir el mismo espacio y los mismos momentos de competencia, atletas con y sin discapacidad muestran que la inclusión auténtica no es solo una cuestión de reglas o calendarios; es, sobre todo, una celebración conjunta del talento, el esfuerzo y la pasión. Esta fusión en el deporte simboliza una sociedad en la que las barreras se desdibujan y se reconoce a cada persona por sus méritos, sin etiquetas. “Yo pienso mucho atrás, el poder dedicarte a algo que te apasione, y que encima te lo reconozcan económicamente, es como vivir en un sueño”.
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